Surgen casos
en los que sin darnos cuenta le damos
vuelta, tras vuelta a la palabra DE DIOS, y la hacemos según nosotros más atractiva y
colorida para que aquellos que no han creído puedan entenderlo con facilidad.
Como si con tanto laberinto de palabras
vamos a ayudar al evangelio de nuestro Señor JESUCRISTO.
Mas esto no
debe desanimarnos, al contrario debe llevarnos a la mejor manera de presentar
el evangelio. Pablo nos dice: Porque no me avergüenzo del evangelio, porque es poder de Dios para
salvación a todo aquel que cree; al judío primeramente, y también al griego.
PABLO había
renunciado a toda sabiduría humana. Una sola idea perseguía y era la GLORIA DE
CRISTO. El evangelio había llenado su alma al extremo de que no consideraba su
vida valiosa, todo lo tenía por basura. Pablo no titubeo ante las filosofías de
los Estoicos y de los Epicúreos y menos
por el judaísmo o el paganismo. El Apóstol se dio cuenta que la perfección del
evangelio proviene de la gloria de CRISTO, EL CUAL ES LA IMAGEN DE DIOS.
Así que no
hay nada que podamos agregarle; lo que si podemos es adornarlo presentando
nuestro cuerpo como sacrificio vivo. No hay mejor adorno que nuestro testimonio
ya lo dice el libro de TITO:2- 10. no defraudando, sino
mostrándose fieles en todo, para que en todo ADORNEN la doctrina de Dios
nuestro Salvador.
“Y ni mi palabra ni
mi predicación fue con palabras persuasivas de humana sabiduría, sino con
demostración del Espíritu y de poder, para que vuestra fe no esté fundada en la
sabiduría de los hombres, sino en el poder de Dios” (1Co.2:4-5).
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