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YO ESTOY A LA PUERTA Y LLAMO


el tocapuertas
        CUENTO

a Jacinto siempre se le hizo curioso, ver aquel hombre tocando puertas a diestra y siniestra. El pueblo aunque era chico a la verdad estaba llena de puertas y lo que mas le llamaba la atención a Jacinto, era la constancia de aquel hombre. En muchas ocasiones lo vio a la puerta de doña Tere, toca que toca, incluso se le había visto en las madrugadas, muchas veces en plena tormenta, ni el agua parecía detenerlo y menos el frió. En ocasiones tocaba a las puertas pausadamente, pero en otras ocasiones tocaba con mucha insistencia.
Nadie del pueblo le decía nada, algunos consideraban aquel hombre un loco y otros mejor le sacaban la vuelta. Y es que es muy cierto; imagínese usted como el susodicho, tocando puertas, día y noche, llueva o no llueva, con sol o sin sol, la verdad cualquiera diría lo mismo.
Y esto es así como yo se lo cuento y el tal jacinto lo sabe mas que nadie, pues a el se le ocurrió abrirle la puerta de su casa. Al principio pensé que Jacinto había cometido un gran error, mira que meter a un desconocido a tu casa, no es algo digno de aplausos. Aunque debo decirle que desde ese día Jacinto no fue el mismo. Dejo de frecuentar nuestras fiestas patronales y a decir verdad son muchas y muy alegres. aunque no falta el que termina haciendo disfuguros por borrachin.
 Aunque algunas veces a Jacinto lo vimos por ahí, no era lo mismo. Era raro verlo bien arregladito y muy bien afeitado y lo peor de todo era verlo con Matilde su mujer y sus cuatro criás. El no era de esos. Siempre fue mujeriego, bebedor y broncudo. Hoy lo vemos muy en paz, y siempre sonrie y es muy amable vaya pues ¡como si el chamuco se le hubiera salido! Pero ya ve como es la gente, no puede ver a nadie feliz porque luego luego meten su cuchara. Decían que jacinto y su familia pertenecían a una secta. La verdad que secta ni que ochocuartos, mas bien es la pura envidia.

Dispense usted pero tengo que dejarlo, acaban de llamar a mi puerta, es Jesús o el toca-puertas como se le conoce en el pueblo. Sera mejor que usted se valla para su casa rapidísimo. Pues le aseguro que no tarda en tocar a su puerta y cuando lo haga ¡abrale! No tenga usted ningún pendiente que no muerde. No lo haga esperar porque el estará dia tras dia tocando esa puerta esperando que usted abra.