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Presentación1

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La grandeza de Dios en nosotros; vasijas de barro.

Cuán grande es Dios.

La ternura de un recién nacido colma de bendición el hogar, trae dicha para cada miembro que goza al ver el milagro de la vida de una forma muy literal. Estoy emocionado porque vino mi segundo milagro de vida en mi hogar, y llegó varón, cómo mi oración contestada. Al nacer, fui a la florería y seleccioné un pequeño “cactus”, y entregué a mi esposa tan singular planta diciendo: “Tengo mi nopal”, y gozamos de tan singular evento.

Gloria a Dios por sus bondades y por la grandeza de Su Poder. Vamos a casa y disfrutamos cada momento de ese dulce rostro…un día…dos días…la dicha aumenta y el gozo se multiplica por los planes que se van haciendo. La cámara fotográfica aún tiene rollo y requerimos de más tomas para completar y llevar al laboratorio. Con el esfuerzo que implicaba y la alegría que nos embargaba, llevo el rollo a revelar y con la esperanza de que todas las tomas fuesen las deseadas. Llega el día para recoger las fotografías (los tiempos de hoy, tú eliges qué foto imprimir). Mi desilusión y reclamo al responsable del laboratorio es porque las fotos están muy iluminadas, y precisamente el rostro de mi bebé es el que no tiene definición.

Está en brazos de mi mujer, y por qué siendo el mismo momento y el mismo espacio la misma luminosidad, sólo su rostro de mi hijo…así está el negativo amigo y no es problema de usted ni de la cámara…no hay explicación. Con resignación acepto y aún tengo mi cámara lista con otro rollo…el día nueve solicité a unos amigos que por favor buscaran para nosotros un turno en el Registro Civil para que temprano llegásemos y no tener problemas en la fila. Así muy temprano partimos con cierto pendiente, pues la noche no había sido muy cómoda para mi hijo, pero con la delicadeza y emoción de su registro partimos muy de mañana…a unos cuarenta minutos sobre carretera, mi esposa me dice; “el niño se ve mal”, sólo emite un sonido como quejándose y siento que no puede respirar bien…voy a acelerar para llegar al próximo pueblo…oren mientras, mis suegros nos acompañaban y sentíamos que el camino se alargaba…al fin llegamos a ese pueblo donde de inmediato me dirigí a donde imaginé que estaría un Hospital, una doctora sale y dice estoy con una paciente de parto y por lo que veo su hijo necesita oxigeno, mire allá está una farmacia, arriba vive el Doctor y tiene el equipo necesario…corra, y mi esposa con mi hijo en brazos corre hasta llegar…tocamos el “timbre” en la puerta y efectivamente en la parte superior de la farmacia se asoma un adormilado hombre y pregunta nuestra necesidad…y una vez que nos escucha; nos dice: “no puedo atender porque no tengo enfermera”, y se vuelve. ¡Qué desesperación! Tener la persona indicada para atender a un paciente indefenso, y a unos padres inexpertos…y sólo dice este médico, no tengo enfermera…vamos al próximo pueblo…entre una ciudad y otra había unos pocos kilómetros de diferencia y elegimos la más “cercana” que pareció la más distante. Ese vehículo no lo había corrido nunca a velocidad alta, por el peso y el “camper” que era viejo de construcción, pero ese día y para esos años la velocidad de 130 kilómetros por hora en una carretera sencilla se me hizo lenta. Hasta aquí mis pensamientos y corazón puestos en Dios parecían muy turbios, no dudé que era la mejor forma de avanzar. Cuando llegamos al hospital nos reciben al bebé, intentan reanimarlo, y justo cuando el Pediatra lo pone en sus brazos dice: “Ya está”, ¿vive Doctor? Pregunté, no, me dice: “ya murió”, justo en ese mismo instante que trata de ponerlo en mis brazos y veo movimiento en su bracito y le digo con entusiasmo; “movió su brazo”, es normal por los reflejos me replica el Doctor. ¿Llamamos al ministerio?, en mi ignorancia y en el dolor, sólo dije no, nos vamos a casa…silencio hacia el carro y justo cuando subo al volante inserto un audio en el estéreo y la melodía que inicia es “Señor mi Dios, al contemplar los cielos, el firmamento y las estrellas mil; al oír tu voz en los potentes truenos y ver brillar el sol en su cenit. Mi corazón entona la canción, cuán grande es Él, cuán grande es Él… Mi hijo Leonel Isaí lo comparo con la vida corta de un pequeño en la historia de Israel en I Reyes 14:13…”sólo en él fue hallado algo bueno hacia el Señor Dios…”

Aún lloro, por mi hijo; no pude hacer nada, no recibí ayuda, y Dios sigue siendo muy Grande y mi alabanza por Sus designios no quiero perderla. Soy vasija de barro y el Poder del Señor que está en mí es exaltado para testimonio de Su Grandeza y para que la Luz del Evangelio siga resplandeciendo. (Leonel Ch Rubio)

2 comentarios:

Anónimo dijo...

gracias por compartirlo. te admiramos y queremos mucho leonel, Dios te bendiga siempre en tu camino.
Fam. Fuentes Lopez.

Anónimo dijo...

los designios de DIOS son inescrutables. nosotros apenas seres finitos no entendemos cuan grande es EL. no hay nada que el haga para perjudicarnos, pues el nos ama y el es justo.
aun en los momentos que el dolor paresca interminable.

gracias por compartir este testimonio con nosotros.

me anima, pues esto me dice que el SEÑOR nos da de su espiritu para salir de esos tragos amargos. que el esta siempre cuidandonos y fortaleciendonos y que nuestra alabanza pase lo que pase no debe cambiar . A el sea la gloria por siempre.

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