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COMO HAN PASADO LOS AÑOS

Cuanto nos aqueja a hombres y mujeres el paso de los años. El cuerpo cada día se acaba mas. Somos un saco de huesos que con el tiempo se oxidan y se quiebran como ramas de hojas secas. Nuestro ser fue depositado en vasijas de barro, frágiles y opacas que al menor descuido se deterioran. Muchos cargamos enfermedades o aguijones como dice pablo, males que parecen limitar nuestra existencia. Mas nada de esto debe ser peso para nuestras almas pues el espíritu de Dios se mueve dentro de nosotros. Hay una promesa poderosa en filipenses3:21-22 que dice:

Mas nuestra ciudadanía está en los cielos, de donde también esperamos al Salvador, al Señor Jesucristo;
 el cual transformará el cuerpo de la humillación nuestra, para que sea semejante al cuerpo de la gloria suya, por el poder con el cual puede también sujetar a sí mismo todas las cosas.

Es cierto son cosas que no vemos y eso es algo que a veces nos puede desanimar. Sabemos que el cansancio, el exceso de trabajo, las presiones económicas no nos dejan percibir la gracia del Señor y lo único que vemos es dolor, frustración y problemas. Mas cada cristiano tiene otra forma de ver las cosas, no olvidemos que tenemos los ojos de la FE. Es en la FE que podemos ver, no las cosas que se ven a simple vista, si no aquellas que nos muestra el espíritu del Señor, aquello que para el hombre natural son locura.

Por lo tanto mantengamos firmes y como dice Pablo: que estamos atribulados en todo, mas no angustiados; en apuros, mas no desesperados; perseguidos, mas no desamparados; derribados, pero no destruidos;

Día a día sufrimos desgaste, envejecemos prematuramente por la vida tan acelerada que llevamos, pero a la medida que pongamos nuestra confianza en el Señor, reconoceremos al nuevo hombre que construye Jesús en nosotros ; no aquel que envejece y perece sino aquel que es eterno.

Por lo tanto no desmayemos; 1corintios4:16 antes aunque este nuestro hombre exterior se va desgastando, el interior no obstante se renueva de día en día. Porque esta leve tribulación momentánea produce en nosotros un cada vez más excelente y eterno peso de gloria;
no mirando nosotros las cosas que se ven, sino las que no se ven; pues las cosas que se ven son temporales, pero las que no se ven son eternas.


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